Su padre, un posadero judío, tenía reputación de violento. Solía agredir a su mujer e hijos. Sin embargo, era un hombre que comprendía la belleza del arte, por lo que no vaciló en incentivar el incipiente talento musical de su hijo. Para ello lo inscribió en el coro de la iglesia de Jihlava, ciudad a la que la familia se había trasladado. Luego realizó estudios en Praga y posteriormente fue enviado al Conservatorio de Viena, en donde compuso algunas obras, las cuales no han llegado a nuestros días, con excepción de la que se considera su primera composición: el Cuarteto para Piano.
A la edad de 20 años, participó en un concurso de composición con su cantata Das klagende Lied (Canción del lamento). Contaba con ganar el concurso para así poder mantenerse con el dinero del premio por algunos años y así poder dedicarse exclusivamente a componer. Sin embargo, no ganó, por lo que se vió obligado a iniciar una carrera como director para poder sobrevivir.
Se desempeñó como director en varios teatros de ópera de mediana importancia, tales como Praga, Budapest (en donde aprovechó de estrenar su Primera Sinfonía) y Hamburgo .En 1897, le fue ofrecido el puesto de Kapellmeister de la Ópera de la Corte de Viena, pero se le exigió convertirse al Catolicismo. Si bien Mahler era judío, era agnóstico por convicción, y sentía que el hecho de ser judío le impedía escalar socialmente. Solía decir: "Soy tres veces extranjero: un bohemio entre austríacos; un austríaco entre alemanes, y un judío ante el mundo". Por eso no tuvo reparos en renegar del judaísmo sin titubear. Conocida es la historia en que al salir de la iglesia en que había sido bautizado, se encontró con un conocido. Éste, suponiendo que Mahler se había bautizado le preguntó: "¿Qué has hecho?", a lo que el compositor contestó: "Acabo de cambiarme el abrigo", insinuando que su cambio fue sólo superficial y motivado por el deseo de obtener el puesto de director de la Ópera de Viena. Durante toda su vida Mahler fue un ferviente agnóstico, ya que, si bien creía en Dios, nunca aceptó los postulados de religión alguna, aunque al final de su vida demostró cierto interés en el budismo.
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